Hay que asombrarse de cómo alguien que se deslocaliza en el convenio más barato de España, donde un chófer cuesta la mitad que en Guipúzcoa, sea en Huelva o Cádiz, todavía tiene el cuajo de hablar mal de los deslocalizados.

 

Pero la paranoia y el ridículo es mayor cuando los que hablan así están deslocalizados por la vía de no tener conductores, sino tener autónomos al enganche en otros sitios conocidos como esclavos al volante.

 

A los rumanizados nos acusan de pagarle poco a un conductor extranjero. Al menos no embaucamos ni engañamos a una criatura con el caramelito de que va a ser empresario para que afloje sus diez mil o quince mil euros para adquirir una tractora que ni es suya ni le va a reportar algún beneficio, y que solamente sirve para que trabaje un mes tras otro, y al final, con lo que le quitan, no saque en limpio más de 800 euros al mes. 

 

No hay peor esclavitud que la de engañar a alguien para que se meta a transportista autónomo, que como todo el mundo sabe, es una profesión de gran rendimiento para que el pobre hombre viva esclavo, para pagar las cuotas del leasing de la tractora que alguien hábilmente le ha colocado, haciéndole ver que tiene que pagar una cuota de 1.500 euros. Por el camino, se embolsan el dinero todos los demás: el concesionario, la alquiladora de tractoras, la empresa interpuesta, y la cooperativa.