El sector frigorífico, acostumbrado a una fuerte temporalidad, que era muy importante en sus inicios cuando lo único que se exportaba era cítrico desde Valencia y las flotas paraban casi ocho meses al año , ha mantenido una temporalidad importante a pesar de la llegada de nuevos cultivos que han hecho que se sostengan las producciones incluso algo en verano.
Más importante que los cultivos es que los clientes europeos confían en la agricultura española para un suministro continuo de frutas y hortalizas que cada vez son más
importantes y
motivacionales en la dieta de los europeos. Así las cosas, aunque el volumen desciende desde julio a noviembre, se mantienen activas muchas flotas, camiones y conductores. Además, esto es cada vez más necesario para las empresas de transporte por cuanto operan en márgenes que ya no son los que había cuando se trabajaba solo seis meses al año y por tanto tienen compromisos con clientes para trabajar los meses de verano.
Se da la circunstancia de que un sector acostumbrado a licenciar a los conductores desde julio hasta finales de septiembre se ve confrontado con que faltan conductores o que los que siempre cogían sus vacaciones en completo y mutuo acuerdo con los empresarios ahora quieren mantener esa sistemática y no quieren trabajar estos meses.
Se da una inestabilidad importante en los conductores de internacional. Estos, tanto españoles como extranjeros, estaban acostumbrados a esta tradición de cogerse como mínimo dos meses y medio de vacaciones. Conforman este paquete social, por el cual aceptan trabajar otros meses a pleno rendimiento, colaborar con el empresario para que esos meses se puedan hacer muchas más horas de conducción, trabajo y kilómetros de los que estrictamente se pueden exigir, entendiendo que los clientes lo necesitan y es la forma de ganar un buen dinero. Pero dentro de ese paquete entra el ser unos pequeños privilegiados cuando llega el verano, por tener unas vacaciones más extensas que las de los trabajadores de cuello blanco que les miran por encima del hombro y que tienen que tomarse pequeños turnos de 15 días para sus vacaciones y solo un mes.
Hasta hace unos años era fácil porque incluso lo pedían los conductores, en colaboración con las empresas, irse al paro, cobrarlo unos meses mientras que se cultivaba la huerta, sesteaba, y se iban a la playa. Se recogía un beneficio "social" de poder estar más tiempo con la familia coincidiendo con las vacaciones de los niños cuando las mujeres ya no aceptaban de tan buen grado que, no habiendo horarios escolares, los hombres estuvieran fuera de casa tanto tiempo.
Para los jóvenes sin cargas familiares, el verano es un atractivo momento para hacer relaciones, e ir a la playa. Este paquete social que tan claro tienen los conductores está ahora aflorando, y es que se quieren ir de vacaciones cuando las empresas los necesitan en julio para mantener un ritmo de trabajo que este año compense unas menores facturaciones en enero y febrero.
No es que ninguno quiera trabajar, pero hay inestabilidad, ya no hay buen acuerdo, si no forzamientos de despido para conseguir el desempleo y suplementar los ingresos en verano, y todo se complica. Si bien antes se simulaban los despidos, ahora son exigidos y ya no hay tan buena "entente cordiale". Por otro lado, se produce algo que pasa en otros sectores de la logística y el transporte, como por ejemplo en los excelentemente bien pagados estibadores portuarios, que también provocan un lío en julio y en agosto porque saben, como todos, que no es cuestión de ser millonario sino de tener tiempo para disfrutar el dinero, y se van en masa de vacaciones, dejan de doblar turnos los que están en activo, y justo cuando más contenedores hay que mover de cara a la campaña de navidad menos portuarios hay.
Con este paralelismo, que en realidad no es exacto porque los conductores no cobran ni mucho menos esas cantidades de 80.000 euros al año, los conductores de camión se están movilizando para utilizar estas vacaciones extendidas dentro de su "paquete social". El movimiento es incipiente pero ya afecta a las empresas, y probablemente aflorará más articulado en el próximo año dentro de las exigencias sociales que los conductores realizan por otras vías ya que los sindicatos están ausentes.