REVISTA TRANSPORTE Y LOGÍSTICA - 04/03/2015 
Francia prohíbe hacer cabotaje a una de la mayores empresas españolas.
Francia se equivoca, y se lo tenemos que demostrar nosotros.
No podrán eliminar la competencia por la vía de las sanciones.
Por Armando Estrada, editor e ingeniero de caminos.
La noticia de la sanción por cabotaje irregular a la empresa Primafrio a través de las empresas de su grupo Doctrans en Portugal, aunque era ya conocida desde el 6 de febrero, no deja de reflejar con todo dramatismo la ofensiva contra el mercado común como lo conocimos en los años 80. Esto viene larvándose desde 2.013 cuando empresas españolas y francesas chocaron en su mercado.
Multar a una empresa 1.000 camiones con la increíble sanción de excluirla del mercado durante un año es una barbaridad. Aunque la sanción de la prefectura de la región del Val del Loire, parece inapelable administrativamente, en los tribunales será una sanción que no podrá prosperar.
Uno puede multar a una empresa con una sanción económica, pero no prohibirle ganarse el sustento de sus trabajadores.
Si embargo el hecho está ahí y seguramente es la empresa más grande con la que ha procedido una Prefectura francesa desde el 24 de diciembre de 2.013, cuando el ministerio de transporte francés pidiese a todos los departamentos de policía que actuasen con el máximo rigor y seguimiento sobre el cabotaje. Las acciones por las que se ha penalizado a Doctrans vienen del año 2012 lo que evidencia un largo seguimiento de la empresa española. Tampoco es casualidad que sea la mayor empresa, que además haya tenido una alianza con un gran transportista francés como es Nicolás Olano.
Las redes sociales, las páginas y los blogs de las asociaciones francesas arden estos meses con invectivas contra la competencia desleal.
Competencia desleal que está en la base de las acciones legislativas de Francia para reducir el impacto sobre los transportistas. Hay que decir que además de de violentar los principio fundacionales del mercado común que se sustentan sobre la libre circulación de bienes y servicios, violentan el más puro sentido común.
Ponerle puertas al campo de la competencia entre empresas de transporte va contra el sentido de transporte de nuestra Unión Europea. Nada mejor que para mejorar el flujo de mercancías, abaratar costes y optimizar el consumo energético que los transportistas de todos los países y sobre todo aquellos que hacen transporte internacional y tienen que cerrar circuitos en el extranjero hagan cabotaje al máximo.
Pero es que aun más no solo cabotaje si no poco a poco y como se había previsto ocupar el espacio que quieran dentro de los mercados nacionales. De la misma forma que compramos coches franceses o alemanes sin arancel y sin poner la más mínima pega a su procedencia, lo mismo con servicios desde banca electrónica a seguros, nada se puede oponer a que los transportistas más eficaces de terceros países operen en territorios como el francés o el alemán. No hay ninguna teoría económica que pueda contradecir las bondades de permitir la libre competencia.
Pero es que es más en el caso de las empresas españolas por mucho que utilicen algunas de ellas conductores de otros países como Rumanía o Bulgaria o como en el caso de Primafrio que utiliza una gran cantidad o una mayoría de portugueses, entre otras razones porque trabaja la fresa, desde Huelva y hay una gran cercanía y disponibilidad de conductores portugueses, si no porque además las grandes empresas españolas estén deslocalizadas o no, tienen hoy unos niveles salariales que al menos cumplen, o están muy cerca de los mínimos que ha establecido Francia o Alemania. Aun así cumpliendo; estos países pretenden que tampoco hagamos más competencia.
De golpe y porrazo pretender que los transportistas españoles se adapten a esto solo responde a un animo de excluirlos del mercado.
Pero es que es más, los transportistas españoles, como venimos sosteniendo desde aquí pueden hacer, y deben, con un pequeño esfuerzo alinearse con esos niveles salariales para excluir cualquier atisbo de acusación de competencia desleal. Otra cosa serán las sanciones por manipulación del tacógrafo u otras irregularidades contra el reglamente 561 del tacógrafo de la Unión Europea, pero lo que es competencia desleal nuestros transportistas, están o les falta muy poco, para poderse homologar con los franceses o alemanes, en esos salarios mínimos. Prácticas de las que por cierto se ha acusado a la mayor empresa francesa de transportes, en la misma televisión francesa.
Por tanto no a lugar a este tipo de acciones por parte de Francia. Otra cosa es que nuestro país y fruto de la intensa desunión de las asociaciones, y los mismos transportistas reaccione de forma miope. No hay más que ver las reacciones a la noticia de la sanción a Primafrio. La falta de autoridad del Ministerio de Fomento que firmó con Francia una petición en nuestra contra, están haciendo que nadie haga nada para evitar esta política de Francia, Alemania y Bélgica.
Indudablemente los políticos y las asociaciones españolas han cometido muchos errores, también los comenten nuestros transportistas dando pie a una inmerecida fama entre la prefectura y gendarmería francesa; pero eso no quita para que al margen de aquellos que se pueden alegrar del mal ajeno, en este caso los transportistas españoles deben hacer esfuerzo de unidad, sea cual sea su modelo de negocio, para presentar un frente común, con unos mínimos sociales, que les demuestren a los europeos la falacia de que competimos deslealmente.
La base de nuestra competitividad no es esa, es la calidad del servicio continuado.
No se pueden poner puertas al campo, solamente el servicio excelente, y continuado en todo momento y en todo tiempo a los clientes cargadores es el que va vencer en esta guerra, si los franceses están dispuestos a verlo la vencerán ellos, pero si no, les va dar lo mismo que pongan 1 o 3.000 multas a los transportistas españoles, ganaran escaramuzas, pero a la larga perderán esta guerra. Si no es que no la han perdido ya.
Pero los transportistas españoles tienen que alinearse con los intereses que ahora rigen en Europa, pueden y deben hacerlo.
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