REVISTA LOGÍSTICA y TRANSPORTE - 31/03/2014
Scania, cómo pasar de ser un camión legendario a una marca más.

El camión Scania llegó a tener una leyenda en España, y su acero sueco, un mito para el camionero español.

Los camiones Scania eran bien poco conocidos en los años 70 en nuestro país. Otros camiones habían llegado en mayor número a España aunque algunos de los Scania si que habían rodado por nuestras carreteras. Pero fue con la apertura del mercado con la que unos pocos conocedores se encontraron que frente al achacoso Pegaso que siempre se estropeaba, existía un vikingo que aguantaba con todo.

Comenzó a crecer una leyenda de motores que duraban un millón de kilómetros sin necesidad de levantarle la tapa de culata. Pero eso fue el principio porque traspasaron los 2 millones en la misma situación. Eran camiones de cabinas duras pero que tenían unos consumos increíbles. Esta unión de durabilidad y consumo acabó de hacer crecer la leyenda Scania.

Tardó en abrirse paso y en lograr una clientela en las grandes flotas de camiones de transporte internacional, no disponía de muchas unidades y era mas caro.

Pero desde esos años 90 hasta el año 2014 ha habido muchos cambios. La realidad es que los camiones de Scania han empezado a tener problemas con el aditamento de accesorios y luego con su salto a los motores en línea de 6 cilindros.


Los legendarios eran los motores en V.

Con los motores en línea llegaron también sofisticaciones como el turbo compound, el turbo de geometría variable, y ya con el Euro 5, la recirculación de gases. El llamado EGR.

En aquellos años Scania fue víctima de sí misma, o mejor dicho, los ingenieros de Scania fueron víctimas de sí mismos. Presionados para mantener el liderazgo y unos consumos legendarios, se lanzaron demasiado rápidamente a la recirculación de gases, creyendo que así podrían lograr reivindicar su leyenda vikinga, esta vez más allá del acero de sus espadas traspasado a la leyenda del acero de sus motores.

Como siempre, querer sobreactuar o hacerlo bajo presión, no es el mejor consejo, y los ingenieros de Scania, que mucho prometieron al decir que nadie podría cumplir Euro 5 y mucho menos Euro 6 sin la recirculación de gases, pasaron a diseñar rápidamente unos sistemas bastante complejos para su tiempo.

Fue Scania la única marca que mantuvo o que innovó con la recirculación de gases, el celebre EGR, en los camiones pesados de más de 440 caballos.

Ese día empezaron muchos de sus problemas, a los que añadieron otros como sofisticaciones como el turbo compound, un turbo secundario que se suponía que iba a transmitir potencia del escape de vuelta al motor y a la cadena cinemática, un recuperador de energía poco fiable. El caso, es que por así decirlo simplificadamente, de todo aquello que le fueron pegando al motor y que en algunos casos por ser de proveedores externos, Scania no era responsable, poco dio el resultado que esperaban los ingenieros de Scania.

Los turbo compound dieron problemas, los turbos de geometría variable dieron problemas, las válvulas EGR dieron problemas.

El problema con los turbos es que estos turbos de geometría variable que regulaban el flujo mediante unos álabes, no funcionaban con la precisión adecuada o se agarrotaban. Lo mismo pasó con las válvulas EGR que al actuar a elevadas temperaturas también dejaban de actuar con precisión y se agarrotaban. Cualquier imprecisión en la maniobra del flujo de aire a recircular o de aire a comprimir tenía un efecto rápido sobre la combustión del motor y provocaba además una avería.

El problema es que las averías puntuales que se sucedían en garantía, se siguieron produciendo fuera de garantía. Algo que le ha pasado alguna vez a todas las marcas. Lo malo fue la reacción. Entonces Scania reaccionó mal al no reconocer que sus motores, antaño legendarios, también podían dar problemas y que estos se venían resolviendo en la industria del camión, compartiendo de alguna forma los costes en periodos fuera ya de garantía con el transportista, pero un sostenerlo y "no enmendalla" ha llevado en muchos casos a enturbiar la relación con los transportistas.


Víctima de su propia leyenda, los clientes exigían a los Scania que siguiesen teniendo la misma fiabilidad de antaño y un mal comprendido orgullo de marca llevo al gerente en España a no asumir algunos de los costes de las averías fuera de garantía, además de los trastornos que un camión parado provocan en la operativa internacional. Una actitud que ha generado una antipatía, innecesaria y que el gerente en España, Mathias Carlbaum, en la foto, buen conocedor de la idiosincrasia española debía haber evitado.



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