Un reflexivo transportista, ilustrado como pocos, reflexionaba hace días por qué en medio de agosto, cuando faltan camiones porque se van de vacaciones los conductores o se paralizan las flotas no suben los precios. Extendía su reflexión a lo que ha sido la media campaña del año 2018. Llegaba a la misma conclusión, los precios no suben a pesar de faltar camiones. Se hacía la misma reflexión de los últimos diez y quince años, los precios en términos reales no están subiendo lo que deberían. Echaba la culpa difusamente a los cargadores, a que se ponen de acuerdo al margen de la CNMC para, con sus propios acuerdos, detener la subida de precios del transporte por carretera. A los tenders. La razón es más simple. Aunque no haya que descartar esas sospechas conspiranoicas, pero que como se verá tienen explicación.
Otro transportista grande se lamentaba de que en esta campaña de transporte internacional la serie de aumentos de costes que se llevan produciendo en el transporte por carretera no logran transmitirlos totalmente en aumentos de precios.
Sobre todo esos aumentos de costes imperceptibles pero que se derivan de la bajada de productividad del conjunto camión-conductor. Cuando un conductor utiliza el selector de actividad y va aumentando las horas de trabajo improductivo, como las largas paradas ante cargas o descargas, el número de horas que puede permitirse para seguir conduciendo se va reduciendo. Esto va produciendo un desgaste en las horas productivas de su camión, que se añade a los aumentos de los seguros, del gasoil en la cuota del camión afectada más por una reducción del valor final del camión a los tres o cuatro años de su utilización. Hasta ahora las compañías están evitando el impacto directo aumentando los plazos en los camiones que tienen en la flota, con el fin de mantener la cuota de los mismos de forma constante, pero tarde o temprano eso aflorará cuando el camión se venda y su valor sea todavía mucho menor al que se preveía.
En los dos casos, la contestación de por qué no suben los precios de forma aguda cuando faltan camiones se debe a que el mercado de los clientes se ha ido concentrando, se concentra cada vez más, no es que estos sean perversos y se pongan de acuerdo, es que simple y llanamente la tendencia es de una mayor concentración, y por tanto si ya tenían ahora más poder de compra.
Para poner un ejemplo, el número de empresas cotizadas en Estados Unidos en los años 90 era de 8.000, hoy es de unos 3.600, teniendo en cuenta que la población de Estados Unidos ha subido un 50%, en 1975 había 23 empresas cotizadas por cada millón de americanos, hoy solo 11 por cada millón de americanos; eso pone de relieve como una economía como la americana ha ido viendo como se concentran las empresas. Y si uno ve los beneficios de las empresas de la bolsa estadounidense se tiene que dar cuenta alarmantemente que 200 de ellas, las 200 más rentables, concentran casi todos los beneficios, prácticamente las otras 3.400 pierden dinero. Pero allí desde Nestlé a las compañías de lácteos ya han anunciado subidas de precios por que el transporte les ha subido fruto de la falta de conductores.
En el caso de los clientes del transporte, imperceptiblemente estos se han ido concentrando y se concentran cada año más, produciendo unas economías de escala en la contratación que conllevan una represión de los precios.
Para la próxima campaña ya se ve que la concentración de tenders viene a reprimir las subidas de precios de los meses anteriores, ante dichos tenders, nadie quiere provocarse problemas.
Y así la nueva campaña de tenders se encara con unos precios reprimidos. A pesar de que todos los actores en el sector del transporte, no solo españoles si no franceses, aventuran que va a haber una falta de camiones.
Además de todo esto, el transporte por carretera se ha convertido en una comodity donde las asociaciones y los mismos transportistas aceptan que no se toleraría una subida por parte de ellos de un 25-30% en el precio del transporte, que pronto el Estado o los Estados intervendrían para aumentar más la oferta de transporte a pesar de todos los problemas que hay con los conductores y la rentabilidad de las empresas.
Es un mantra imperceptible pero real, ni los transportistas por carretera se sienten con fuerzas, ni mucho menos sus asociaciones y líderes están a la altura de las circunstancias.