REVISTA TRANSPORTE Y LOGÍSTICA - 12/09/2013
30 Aniversario.*
Treinta años de experimentos con el transporte por carretera
Se suele decir que los experimentos solo con gaseosa. Sin embargo, en el transporte español por carretera llevamos 30 años de experimentos y no nos asombramos de los resultados que son ruinosos.
El transporte español por carretera como colectivo y como ente económico lleva 30 años de experimentos. 
Treinta años de cambios normativos muchas veces por acción y muchas más de las veces por omisión de la administración. El transporte por carretera es un sector reciente de la economía, desarrollado tras la guerra, poco conocido y hacia el que los administradores han tenido normalmente una notable alergia.
Sorprende ahora que el sector del transporte por carretera haya quedado diezmado tras la crisis y no sólo en los 20 ó 30.000 autónomos que han desaparecido, sino en el goteo de empresas de transporte que cierran, otras que amplían capital y otras que malviven. Incluso, muy grandes flotas, que aunque en esta crisis muy pocas han llegado a suspender pagos de forma sonora, muchas están en dificultades.
A diferencia de otros sectores y profesiones que en España se protegen. Sin ir más lejos, vean lo imposible que es conseguir una ficha bancaria para abrir un banco, no digamos para ser una compañía eléctrica o para ser una compañía constructora que acceda a contratos del estado. Entrar en esos sectores es prácticamente imposible y España es uno de los países mas protectores del mundo de los mismos, las empresas de esos sectores no son grandes por casualidad. Como lo son las profesiones de registrador de la propiedad o notario, afectas a los numerus clausus, y que a diferencia del resto de los negocios no se ven sometidos al examen diario de las fuerzas del mercado.
El transporte por carretera español que vivía protegido tras un sistema de concesión de autorizaciones por parte del estado, primero se le despojó de esa protección de forma doble, tanto en el transporte nacional con la liberalización y la descontingentación de las tarjetas, como en el caso internacional con la desaparición de las limitaciones a las autorizaciones de transporte internacional. Pero no contento con esto, el administrador fue más allá y siguió con algo que ha sido una desregulación perpetua por omisión del transporte español. De esta forma en los últimos 30 años, se ha permitido toda suerte de modalidades distintas de empresas de transportes y modelos de negocios.
Siempre subyació el poco controlable sistema de subcontratación a través de los autónomos, pero a partir de la liberalización se permitieron toda suerte de modalidades en el mercado, cooperativas regionales, agencias extranjeras, chóferes extranjeros, subcontrataciones en cadena de empresas, subcontratación de extranjeros, diferencias en los convenios abismales, deslocalización en terceros países etc.
Si bien muchas de estas diversas modalidades de contratación, de intermediación en el mercado, localización empresarial o fuerza laboral son cada una de ellas y por separado, legales, la acumulación en un solo sector económico es poco menos que de ciencia-ficción.
Ni hay ningún otro sector que hubiese aguantado este desorden, permitido por la administración. No nos imaginamos empresas eléctricas que tendiesen los cables con cualquier tipo de poste por las calles o oficinas financieros con sucursales en cualquier esquina y rótulos como los de los bancos. Pero en el transporte si.
En el transporte se ha permitido todo eso y la administración al no ordenarlo lo ha alentado y confundido al sector sobre lo que esta bien, casi todo, y mal casi nada. Ahora la administración se pregunta si va a acabar teniendo transportistas, si los camiones que circulan cotizarán alguno a la seguridad social y si el ministro de Hacienda cobrará algún impuesto de sociedades de alguna sociedad transportista de las que circulan sobre el asfalto español.
Este es el resultado de los experimentos, no con gaseosa, sino sobre el cuerpo del transporte por carretera español. Así está. Eso si muchas veces con el aplauso de los propios representantes de los transportistas en las asociaciones, los mismos que hoy están en quiebra.
Esto necesita repensarse por que ante tantas posibilidades abiertas y tantas incertidumbres de futuro el empresario no sabe que hacer y no invierte, y así esta el mercado de camiones, y las inversiones las harán otros por ejemplo los lituanos.
* Esta es una serie de artículos con motivo del 30ª aniversario de publicaciones en prensa del editor del grupo, desde septiembre de 1983.
Por Armando Estrada Editor LyT, Ingeniero de Caminos por la Escuela de Madrid, Ingeniero Civil por el Imperial College de Lóndres, ACGI, PDD, y miembro del Colegio de Periodistas de Madrid, de la APM y de la F.A.P.E
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